Época: Luvio-aramea
Inicio: Año 1200 A. C.
Fin: Año 708 D.C.

Antecedente:
El arte de la época luvio-aramea

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

En buena lógica, lo primero que cabría hacer es buscar la base, el punto de partida, aislando las obras que a primera vista carecieran de rasgo alguno de influencia extranjera. Luego habría que ir situando aquellas cuyos préstamos estilísticos pudieran relacionarse con los períodos históricos conocidos por una presencia o actividad relacionada de asirios, fenicios o arameos para, finalmente, adecuarlos a un cuadro de determinaciones cronológicas razonables.
Pero el caso es que por distintas causas, éstas no pueden fijarse con rigor, y el modelo de evolución propuesta no tiene además que corresponderse con lo que ocurrió en realidad.

A. Dupont-Sommer escribió que los arameos tomaron de las regiones que ocuparon o de los pueblos que entraron en contacto, la mayor pacte de los elementos de su cultura. Y en el área luvita alcanzada primero, como Hamat, la tradición antigua del Bronce tardío se mantenía pujante. Tal vez por ello G. Garbini rechazó vigorosamente el criterio de arte arameo, pues probablemente con razón, entendía que los rasgos defendidos como puramente arameos por E. Akurgal -gorros en forma de solideo, bucles en espiral, bucles en patillas, ciertos pliegues de la ropa, comidas fúnebres en las estelas- indicarían no tanto que el artista había sido arameo, cuanto que los representados sí lo habían sido.

Creo que la evidencia artística, los datos técnicos y la lógica de los hechos históricos arriba expresados avalan la consideración del arte de la época como un todo. Porque ciertos hechos fácilmente constatables nos ponen en la pista. Las gentes luvitas descendían, intelectual y emocionalmente, de un ámbito abarcado por el mundo hitita. No es extraño por ello que incluso hablando una lengua distinta -pero emparentada-, los relieves más antiguos de Karkemis o los de Ain Dara recuerden fuertemente al sentido estético de los hititas, como ese Dios Montaña de Ain Dara. Pero la evolución y los contactos con las gentes circundantes tenían que dejar huella. Por otra parte, salta a la vista que abstracción hecha de muy contadas obras, el conjunto del fondo artístico conservado y en especial, los ciclos de las ciudades de Karkemis, Marqasi, Sam'al o Milid -esto es, tanto luvitas como arameas-, poseen aspectos muy semejantes, sólo distinguidos entre sí por las influencias de las tradiciones regionales. Porque lo ha entendido así, y porque ha sopesado las influencias de los ciclos artísticos cercanos -asirios o fenicios-, H. Genge ha logrado concluir el cuadro más lógico posible del arte de la época. En la línea por él trazada, entiendo que debemos hablar de un arte común y no de dos -como apuntaba de E. Akurgal, en "Orient und Okzident"- o único, como sugería W. Orthmann. El arte luvio-arameo es un arte que con una base sirio-luvita, elabora un lenguaje nuevo en parte común y diversificado, cuyas peculiaridades distintivas se deben a causas regionales -como las que distinguen los relieves de Guzana de los de Karkemis-, cronológicas -aunque el largo tránsito que separa las tallas de Milid y Sam´al, no anula un cierto aire de familia- o de exposición a influencias foráneas -como sugieren ciertos rasgos fenicios de Azawantiya o asirios en los relieves de Sangara en Karkemis de mayor o menor profundidad.